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Edad Moderna
Barroco
Pero el arte más representativo de la Edad Moderna quizá no es tanto el Renacimiento sino su continuación y antítesis; el Barroco. Si consideramos que es el que alcanzó mayor extensión en el tiempo (Siglos XVII y XVIII, y el Rococó posterior).
Pero el arte más representativo de la Edad Moderna quizá no es tanto el Renacimiento sino su continuación y antítesis; el Barroco. Si consideramos que es el que alcanzó mayor extensión en el tiempo (Siglos XVII y XVIII, y el Rococó posterior).
Este estilo se caracterizaba por ser visualmente recargado, y alejado de la simplicidad y búsqueda de la armonía propias del Renacimiento. Y aunque se discute su etimología, suele hacérsele sinónimo a "extraño" o "irregular".
Se postula que el Barroco nació como una reacción a la crisis de la confianza humanista y renacentista en el ser humano, así como el abandono de la simplicidad clásica para intentar expresar la grandeza del infinito, y la predilección por motivos grotescos, realistas, que contradice la búsqueda de la belleza ideal del renacimiento.
Durante el Barroco la pintura adquiere un papel prioritario dentro de las manifestaciones artísticas. Siendo la expresión más característica del peso de la religión en los países católicos y del gusto burgués en los países protestantes. Se desarrollan nuevos géneros como los bodegones, paisajes, retratos, cuadros de género o costumbristas, pinturas que parecen no prestarnos atención, como si irrumpiéramos en una escena que no es de nuestra incumbencia. Existe una tendencia y una búsqueda del realismo que se conjuga con lo teatral y lo efectista.
El naturalismo, del que Caravaggio es el mejor representante, trata temas de la vida cotidiana, con imágenes tétricas usando efectos de luz, con claroscuros que procuran dar intensidad y viveza. Se rehúyen de los ideales de belleza, mostrando la realidad tal como es, sin artificios. Una buena parte de los pintores de la época cultivaron el Caravaggismo.
Entre los más grandes pintores del período barroco, además de Caravaggio, se encuentran Rembrandt, Rubens, Velázquez, Poussin, y Vermeer.
La escultura barroca se desarrolla a través de las creaciones arquitectónicas de la propia ciudad, sobre todo en estatuas y en ornamentación de edificios, plazas, jardines o fuentes. El urbanismo barroco requiere la vivencia de la ciudad como un escenario en el que las perspectivas glorifiquen los espacios representativos del poder siguiendo un programa iconográfico que el entendido sea capaz de leer.
Se postula que el Barroco nació como una reacción a la crisis de la confianza humanista y renacentista en el ser humano, así como el abandono de la simplicidad clásica para intentar expresar la grandeza del infinito, y la predilección por motivos grotescos, realistas, que contradice la búsqueda de la belleza ideal del renacimiento.
Durante el Barroco la pintura adquiere un papel prioritario dentro de las manifestaciones artísticas. Siendo la expresión más característica del peso de la religión en los países católicos y del gusto burgués en los países protestantes. Se desarrollan nuevos géneros como los bodegones, paisajes, retratos, cuadros de género o costumbristas, pinturas que parecen no prestarnos atención, como si irrumpiéramos en una escena que no es de nuestra incumbencia. Existe una tendencia y una búsqueda del realismo que se conjuga con lo teatral y lo efectista.

Entre los más grandes pintores del período barroco, además de Caravaggio, se encuentran Rembrandt, Rubens, Velázquez, Poussin, y Vermeer.
La escultura barroca se desarrolla a través de las creaciones arquitectónicas de la propia ciudad, sobre todo en estatuas y en ornamentación de edificios, plazas, jardines o fuentes. El urbanismo barroco requiere la vivencia de la ciudad como un escenario en el que las perspectivas glorifiquen los espacios representativos del poder siguiendo un programa iconográfico que el entendido sea capaz de leer.

Uno de los más grandes monumentos de la arquitectura barroca es el Palacio de Versalles, construido en torno a la noción del culto al dios solar Apolo, como representación del monarca Luis XIV, el Rey Sol. La Europa del siglo XVIII se llenará de réplicas de Versalles, a veces pasados por la sensibilidad local, como los palacios vieneses.
Existió lo que se llamó un barroco primero, el profundo y concentrado de Caravaggio; un barroco pleno, triunfante, el de Bernini o Rubens; y un barroco final, el de mayor exceso decorativo, de Churriguera y los interiores rococó.
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